Tunuyán elaboró un plan foresto-industrial, que incluye subsidios, un observatorio, trabajo conjunto con aserraderos y hasta un vivero municipal para incorporar nuevos productores al sector. Esperan que la inciativa se extienda a toda la provincia.
Pese a su fuerte tradición forestal, el Valle de Uco fue perdiendo superficie dedicada al cultivo de álamos. En veinte años, pasó de tener cerca de 6 mil hectáreas a las 4 mil que sostiene actualmente.
Para frenar este retroceso, Tunuyán se ha propuesto incentivar la actividad: promocionado los beneficios económicos que brinda ley 25080 de Inversiones en Bosques Cultivados, a través de asesoramiento a los productores, por medio de un vivero municipal, y un observatorio forestal detectando los movimientos del sector y fortaleciendo a la industria local, para que dé un salto de calidad y supere su único destino en bines y cajas para frutas. Este plan foresto-industrial surgió en el oasis centro, pero pretende extenderse a toda la provincia.
Por sus condiciones agroclimáticas, la región valletana es la que expone los mayores porcentajes en forestales de Mendoza. Aunque no existen datos censales actualizados, un inventario que realiza la Dirección de Producción Forestal de la Nación permite estimar que las hectáreas de álamos superan las 4 mil en el Valle de Uco, mientras que no alcanzan las 3 mil en el Sur y son menos en el Este. Pese a este liderazgo, el avance del negocio inmobiliario y la falta de apoyo técnico hicieron que la zona óptima para este cultivo fuera cediendo espacio a otras economías.
Los lugareños señalan que el área forestal por naturaleza es la medialuna del bajo de Tunuyán'. La misma estaría determinada por su abundante recurso hídrico subterráneo y condiciones ambientales y se extendería desde Cápiz, pasando por La Primavera y Colonia Las Rosas hasta Zapata.
"Muchas plantaciones se cortaron y nunca se reemplazaron. Una de las causas es que los productores no han tenido asesoramiento para saber manejar las particularidades de este cultivo y trabajar desde la plantación pensando en el destino final que se le dará a la madera", explicó Natalia Naves, técnica de la Dirección de Producción Forestal asignada a la región Cuyo, que trabaja estos temas en el Observatorio Forestal articulado con el municipio.
Los diez o doce años de espera -e inversión- hasta que el álamo llegue al turno de corta es quizás el factor más desalentador. Según Naves, para que los forestales se conviertan en una alternativa hay que tener en cuenta los pros y los contras. En este sentido, se puede decir que no es de las actividades de mayor rentabilidad de la región, pero por otra parte tiene menores riesgos económicos que otro cultivo, pues se puede esperar a que haya buen precio en el mercado para vender. Además, los cuidados y los costos que requiere son pocos" argumentó la especialista.
Como primer productor, Tunuyán se ha propuesto atraer a los desencantados que abandonaron esta actividad.
Según Alberto Pont, titular de Desarrollo Económico, el departamento hoy cuenta con más de 3 mil hectáreas de álamos, repartidos entre unos 50 productores puros' (1.200 hectáreas de bosques) y el resto cultivan trincheras para proteger a otros cultivos.
Líneas de fomento: En primer término, existen una serie de beneficios económicos y fiscales en el país para quienes deciden plantar forestales gracias a la Ley Nacional 25.080 de Inversion para Bosques Cultivados y su modificatoria 26.432.
Pont señaló que se están otorgando apoyos económicos no reintegrables - AENR que rondan entre los 7 mil y 10000 pesos por hectárea para plantación, además se pueden solicitar AENR para absorber costos de podas y otras labores culturales.
Tunuyán además tomó sus propias medidas. En primer término, está encarando un relevamiento exhaustivo de plantas y edades. A través de su plan de ordenamiento busca poner un coto al crecimiento inmobiliario que avanza sobre áreas propicias para estos cultivos. Además, creó su propio vivero municipal, que funciona en el ex matadero en Colonia Las Rosas.
La idea es aportar plantas madres y certificadas a buen costo para los productores locales. Pero lo que más entusiasma a los funcionarios es estar trabajando para cerrar la cadena de valor. El municipio relevó a los aserraderos, que suman 28 en la geografía departamental, que hasta hoy trabajan la madera de álamo sólo para bines y cajas de empaque de frutas.
"El álamo es muy noble y se puede utilizar en urbanismo y en muebles, pero debemos empezar por manejarnos con otras medidas, otro grosor y otra calidad. Esto implica un cambio cultural, desde la siembra", señala Pont.
La comuna está a la espera de un estudio de la UTN sobre los alcances de este forestal en la construcción y, entonces, presentará un proyecto en el Concejo Deliberante para que permita su uso en el armado de viviendas."Nuestro objetivo es mutar hacia una industria local del mueble. Estamos apostando a la capacitación y la unión de los madereros", apuntó el funcionario, quien reconoció que la conversión del industrial no llevará menos de 6 años. Mientras tanto, el funcionamiento a pleno del plan foresto-industrial no se dará antes de los 12 años.
Para frenar este retroceso, Tunuyán se ha propuesto incentivar la actividad: promocionado los beneficios económicos que brinda ley 25080 de Inversiones en Bosques Cultivados, a través de asesoramiento a los productores, por medio de un vivero municipal, y un observatorio forestal detectando los movimientos del sector y fortaleciendo a la industria local, para que dé un salto de calidad y supere su único destino en bines y cajas para frutas. Este plan foresto-industrial surgió en el oasis centro, pero pretende extenderse a toda la provincia.
Por sus condiciones agroclimáticas, la región valletana es la que expone los mayores porcentajes en forestales de Mendoza. Aunque no existen datos censales actualizados, un inventario que realiza la Dirección de Producción Forestal de la Nación permite estimar que las hectáreas de álamos superan las 4 mil en el Valle de Uco, mientras que no alcanzan las 3 mil en el Sur y son menos en el Este. Pese a este liderazgo, el avance del negocio inmobiliario y la falta de apoyo técnico hicieron que la zona óptima para este cultivo fuera cediendo espacio a otras economías.
Los lugareños señalan que el área forestal por naturaleza es la medialuna del bajo de Tunuyán'. La misma estaría determinada por su abundante recurso hídrico subterráneo y condiciones ambientales y se extendería desde Cápiz, pasando por La Primavera y Colonia Las Rosas hasta Zapata.
"Muchas plantaciones se cortaron y nunca se reemplazaron. Una de las causas es que los productores no han tenido asesoramiento para saber manejar las particularidades de este cultivo y trabajar desde la plantación pensando en el destino final que se le dará a la madera", explicó Natalia Naves, técnica de la Dirección de Producción Forestal asignada a la región Cuyo, que trabaja estos temas en el Observatorio Forestal articulado con el municipio.
Los diez o doce años de espera -e inversión- hasta que el álamo llegue al turno de corta es quizás el factor más desalentador. Según Naves, para que los forestales se conviertan en una alternativa hay que tener en cuenta los pros y los contras. En este sentido, se puede decir que no es de las actividades de mayor rentabilidad de la región, pero por otra parte tiene menores riesgos económicos que otro cultivo, pues se puede esperar a que haya buen precio en el mercado para vender. Además, los cuidados y los costos que requiere son pocos" argumentó la especialista.
Como primer productor, Tunuyán se ha propuesto atraer a los desencantados que abandonaron esta actividad.
Según Alberto Pont, titular de Desarrollo Económico, el departamento hoy cuenta con más de 3 mil hectáreas de álamos, repartidos entre unos 50 productores puros' (1.200 hectáreas de bosques) y el resto cultivan trincheras para proteger a otros cultivos.
Líneas de fomento: En primer término, existen una serie de beneficios económicos y fiscales en el país para quienes deciden plantar forestales gracias a la Ley Nacional 25.080 de Inversion para Bosques Cultivados y su modificatoria 26.432.
Pont señaló que se están otorgando apoyos económicos no reintegrables - AENR que rondan entre los 7 mil y 10000 pesos por hectárea para plantación, además se pueden solicitar AENR para absorber costos de podas y otras labores culturales.
Tunuyán además tomó sus propias medidas. En primer término, está encarando un relevamiento exhaustivo de plantas y edades. A través de su plan de ordenamiento busca poner un coto al crecimiento inmobiliario que avanza sobre áreas propicias para estos cultivos. Además, creó su propio vivero municipal, que funciona en el ex matadero en Colonia Las Rosas.
La idea es aportar plantas madres y certificadas a buen costo para los productores locales. Pero lo que más entusiasma a los funcionarios es estar trabajando para cerrar la cadena de valor. El municipio relevó a los aserraderos, que suman 28 en la geografía departamental, que hasta hoy trabajan la madera de álamo sólo para bines y cajas de empaque de frutas.
"El álamo es muy noble y se puede utilizar en urbanismo y en muebles, pero debemos empezar por manejarnos con otras medidas, otro grosor y otra calidad. Esto implica un cambio cultural, desde la siembra", señala Pont.
La comuna está a la espera de un estudio de la UTN sobre los alcances de este forestal en la construcción y, entonces, presentará un proyecto en el Concejo Deliberante para que permita su uso en el armado de viviendas."Nuestro objetivo es mutar hacia una industria local del mueble. Estamos apostando a la capacitación y la unión de los madereros", apuntó el funcionario, quien reconoció que la conversión del industrial no llevará menos de 6 años. Mientras tanto, el funcionamiento a pleno del plan foresto-industrial no se dará antes de los 12 años.
Fuente: Los Andes